divendres, 20 de maig del 2011

El Archivo Diocesano de Osma-Soria, una vergüenza


He visto con profunda tristeza cuan desatendidos se encuentran algunos archivos episcopales. Recientemente he pretendido, sin éxito, consultar datos de mis antepasados del Archivo Diocesano de Osma-Soria. Este archivo dice estar abierto solo los viernes de 9 a 14 horas. Pero cuando se llama por teléfono un viernes por la mañana, la persona que te atiende no te sabe decir si dispone o no de la documentación que buscas. El archivero te comenta que si la documentación existe está sin clasificar en cajas de múltiples expedientes sin catalogar con lo cual debes personarte en el archivo de viernes en viernes para ir consultando uno a uno los casi –dice- 5.000 expedientes mezclados, lo que resulta casi imposible cuando vives a más de 500 kilómetros de distancia. En definitiva no sabes si estás hablando con un archivero o con un trapero o si los documentos personales que buscas se encuentran preservados en archivo o en un almacén de trastos.
A todo esto, te revistes de valor y te ofreces para hacer la búsqueda tu mismo y le suplicas al archivero que si te dejaría consultar otro día de la semana aprovechando que tienes previsto pasar unos días en esta población. La respuesta es nada amable, muy contundente y expeditiva: No es posible, solo está abierto los viernes. Se diría que el primer interesado en que no hagas la consulta es el archivero ya que percibes que la sola idea de buscar los papeles le agobia.
Entonces te pasa por la cabeza que hay una ley que obliga a poner a disposición de los particulares los archivos de las instituciones. Reflexionas un poco y te das cuenta que esta ley seguramente no dice que no estará permitido poner trabas a la consulta, o a ocultar información. Por todo ello te sientes desatendido y huérfano, porqué la ley que te debería proteger como usuario resulta que te deja desprotegido y favorece el oscurantismo.
Triste país este en donde los archivos que no fueron quemados por la guerra, la ignominia de las instituciones y la incompetencia de los archiveros los ha convertido en inutilizables.  Un siglo paradójico este en que te puedes bajar desde casa un manuscrito medieval digitalizado en la otra parte del mundo y, en cambio no puedes conseguir unos documentos personales de menos de 100 años de antigüedad de un archivo de una ciudad cercana.
Le pediría a los responsables de la política de archivos que estableciesen mecanismos para evitar este desorden y descuido de buena parte de los archivos de este país, principalmente en los Episcopales.

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